lunes, 18 de julio de 2016

Símbolos olímpicos: El fuego olímpico

Arde durante los Juegos y simboliza la lucha por la perfección y la victoria. Se enciende en la ceremonia inaugural con una antorcha que se lleva en relevos desde Olimpia, Grecia. El relevo de las antorchas se instituyó para los Juegos de Berlín en 1936, ocasión en que participaron 3.000 corredores; si bien un fuego ardía durante la celebración de los Juegos de Ámsterdam en 1928, éste era solamente un fuego local. El profesor Carl Diem, secretario general del Comité Organizador berlinés, tuvo la idea de traer el fuego desde las ruinas de la ciudad sagrada de Olimpia explicando al Comité Olímpico Internacional que, como en la antigüedad, sería "un simbólico homenaje al vencedor de la carrera del estadio de los antiguos Juegos, que tenía el privilegio de llevar el fuego sagrado al altar de Zeus".
A los miembros del COI les gustó la idea y fueron más allá recordando los textos de Plutarco en los que hacía referencia al encendido de la llama a través de "los inmaculados rayos del sol"; de esa forma el 21 de julio de 1936 doce jóvenes griegas encendieron la llama por medio de un crisol en el que convergían los rayos del astro rey. Un atleta griego con el torso desnudo fue el que inició el relevo de la antorcha, la que pasó por manos de tres mil voluntarios desfilando por Atenas, Sofía, Belgrado, Viena y Praga camino de Berlín.
A partir de ese momento el relevo de las antorchas y el encendido del fuego olímpico se ha convertido en un rito imprescindible en cada edición de los Juegos Olímpicos.

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